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viernes, 4 de diciembre de 2015

¿De qué sirve quemar las naves?

Quemar las naves

¿Quién fue el primero en quemar sus naves?


quemar las naves estrategia
Alejandro Magno arenga las tropas
ante el espectáculo de las naves ardiendo
La estrategia de quemar las naves (inhabilitar una posible retirada para estimular ─motivar─ más el ardor guerrero) es antigua. Como en casi todo lo referente a estrategia militar (y no sólo en eso) Alejandro Magno fue el primero en ponerla en práctica. Alejandro Magno fue un claro exponente del pensamiento divergente, de buscar enfoques alternativos para solucionar problemas, como cuando cortó en nudo gordiano.

El segundo en utilizar esta estrategia de auto-impedirse la retirada fue Hernán Cortés en su conquista de México en 1519. En el ámbito hispano, quizás es la que más se conoce. Aunque parece ser que no las quemó sino que las hundió.

Esta estrategia es arriesgada, es el todo o nada, caja o faja. Activa la motivación de la tropa al máximo, sin embargo, esta desesperación puede hacer incurrir en errores gravísimos, crasos. En cualquier caso, es una estrategia apta solo para líderes con una gran confianza en sí mismo y con gran capacidad de trasmitir (comunicar y motivar) los objetivos a la tropa, convencerlos, que tengan fe en él.

En cualquier otro caso, para los más conservadores, una retirada a tiempo se puede considerar una victoria. Es importante, en función de tu estilo de liderazgo (del carácter) y también las circunstancias escoger la más adecuada estrategia. Valga esto como aviso a navegantes.






viernes, 20 de noviembre de 2015

¿Vamos despacio? es que vamos lejos.

Los días y las frases: vamos despacio porque vamos lejos, origen y significado de la frase.
Zapata y Villa
Zapata y Villa celebrando
el triunfo de la Revolución
La frase «vamos despacio porque vamos lejos» se atribuye a Emiliano Zapata (pero no la he podido contrastar). Es muy posible, encaja bien con la templanza del carácter mexicano incluso en su revolución (el correr es de cobardes), con la tranquilidad de las grandes civilizaciones milenarias que ven las cosas con la perspectiva de los tiempos.

Variantes: Vísteme despacio que tengo prisa. Las prisas son malas consejeras. No por mucho madrugar amanece más temprano. Etc.

Estos etcétera se pueden consultar en la web del Instituto Cervantes, concretamente en su apartado de refranero multilingüe.

También Shakespeare ─como no─ habló del tema en su obra Enrique III, el duque de Norfolk explica que las grandes empresas deben afrontarse sin prisas: “Para escalar un colina empinada, al principio se necesitan pasos lentos”.

En definitiva, las cosas importantes se deben afrontar con calma, reflexivamente, sin precipitarse. Conviene tener claro y saber diferenciar entre importante y urgente (que finalmente no lo suele ser importante y deriva de una mala planificación).

Eisenhower, el comandante general de EEUU en la II Guerra Mundial y posteriormente presidente de su país ideó una famosa matriz de decisión basada en la combinación precisamente de importancia y urgencia.

Aunque, y generalmente, acaba confundiéndose lo importante con lo urgente... y acaba por consumir todos los recursos del momento provocando precipitación y la adopción de una decisión contraproducente y finalmente acaba conduciendo a la pérdida de un tiempo aún mayor que si se hubiese tomado el tiempo necesario para buscar la correcta.