Leon B. Alberti que también fue arquitecto y urbanista |
Pero se trataba de una virtud que ya no era la virtud cristiana de la fe, esperanza y caridad. Era la virtus de los antiguos romanos. Una virtud que buscaba la gloria de la victoria, con el valor físico y la fuerza.
Y siempre que se acude a la etimología se desvelan aspectos que permanecen ocultos. La virtud proviene del latín virtus, virtudis y esta a su vez de vir, viri, hombre, de donde también procede viril, virilidad.
A partir de aquí, el razonamiento va de seguido -- incorrecto políticamente --. La Fortuna, la Diosa Fortuna, es una mujer que se deja seducir por las características viriles de esta virtù. Es una mujer deseosa de ser dominada por la audacia del hombre. Maquiavelo - tan odiado, pero tan realista - ya lo advirtió: virtù vince fortuna,... a veces.
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