Caronte, barquero del inframundo |
Caronte, y nos remontamos una vez más a la época clásica de Grecia -diría que irremediablemente-, era el encargado de conducir a las almas de los mortales (hermosa expresión con la que los griegos denominaban a los hombres, porque solo los hombres somos mortales, ni los dioses ni los animales lo son, unos por eternos y otros por ignorantes) hasta el Reino de Hades cruzando el rio Aqueronte (El Río del Dolor), el límite. El Reino de Hades era el inframundo, el mundo de los muertos, y Caronte, su barquero.
Se cuenta que mientras conducía las almas en su barca, tras cobrarles una moneda, les recordaba que allá a donde iban no había retorno.
Tan solo dos pudieron escapar del Reino del Hades, uno de ellos fue Orfeo y el otro Sísifo del que ya sabemos que fue castigado eternamente.
La frase ─las verdades del barquero─ significa decirle a alguien la verdad sin contemplaciones, casi con crueldad, sin ningún tipo de tacto y, normalmente, decirle verdades que son dolorosas para el que las escucha. La verdad es el revés de la mentira y, en ocasiones, duele. Y, por eso, en muchas ocasiones no queremos conocerla y, por eso también, preferimos la ignorancia o nos dejamos engañar.
De manera que siempre está Caronte para recordarnos esa verdad por más que nos duela: que no hay retorno del Mundo de los Muertos posible una vez cruzas el Aqueronte: que somos mortales y que encima lo sabemos. Y como siglos después Dante Alighieri en su Divina Comedia (siglo XIV) nos advirtió, hemos de abandonar toda esperanza al entrar al infierno...
«Lasciate ogni speranza»
«Lasciate ogni speranza»
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