El Papa tiene la facultad de nombrar a los cardenales, entre los obispos, los príncipes de la iglesia. Es un cargo honorífico por el cual se pasa a formar parte del colegio cardenalicio cuyas principales funciones son las de elegir al Papa de entre ellos y la de ser el «gobierno de la Iglesia». Es decir, de alguna manera el actual Papa condiciona quién será su sucesor.
Cardenal viene de cardinālis, cardinal, principal, fundamental; y a su vez provine de cardinis, bisagra, aquello central sobre lo que pivota algo, aquello de lo que algo depende. Está clara su etimología.
En ocasiones el Papa se reserva los nombramientos de los nuevos cardenales en su pecho o corazón ─in petto o in pectore─, los mantiene en secreto hasta el momento oportuno en el que lo hace público; incluso a veces ni el interesado es conocedor de su situación. Es una situación sumamente extraña; en el ritual de transición los antropólogos le conceden la máxima importancia a esta situación liminar, en la que aún no se ha dejado de ser lo que se es pero, sin embargo, aún no se es lo que se va a ser.
Algunos de los personajes históricos más importante de Europa del siglo XVII fueron cardenales por la costumbre de nombrar los reyes ministros a cardenales, verbigracia Richelieu y Mazarino. Un papel parecido al que los jesuitas también desempeñaron en la política. Porque está claro que la teoría de las dos espadas, los dos poderes ─espiritual, pero también temporal─ de la Iglesia ha perdurado durante mucho tiempo. Hasta que Ockham, el de la navaja, en el siglo XIV los escindió casi definitivamente.
Actualmente la expresión coloquialmente se utiliza para dar a entender que se ha tomado una resolución todavía reservada (DRAE).
En el extremo opuesto están los patos cojos, los Lame Duck, que es como se conoce a los presidentes de EE.UU. salientes durante el periodo que va desde la proclamación del nuevo presidente hasta su efectiva toma de posesión y que debe ser eterna para el sucesor (de noviembre a febrero). Durante este periodo, el presidente saliente se dedica a su legado, a aquello por lo cual quiere ser recordado; pero suele ser un periodo perdido y baldío porque ya carece de legitimidad para iniciar ningún proyecto nuevo.
Lo realmente efectivo es lo que va entre el in pectore y el pato cojo; pero lo realmente interesante, sin embargo, son los dos estados que lo de-limitan; aquellos en los que la complicación metafísica consiste en que aún no se es lo que se va a ser...preguntar en cualquier caso a Aristóteles por su dýnamis, δύναμις.
Lo realmente efectivo es lo que va entre el in pectore y el pato cojo; pero lo realmente interesante, sin embargo, son los dos estados que lo de-limitan; aquellos en los que la complicación metafísica consiste en que aún no se es lo que se va a ser...preguntar en cualquier caso a Aristóteles por su dýnamis, δύναμις.
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