La expresión proviene de la dinastía Qin (siglo III a.C.) y de la argucia que el primer ministro --de ambición desmesurada-- planeó para ver con que apoyos podía contar en el gobierno.
Un día se presentó en la corte con un ciervo. El emperador sorprendido le preguntó qué hacía con un ciervo. A lo que su primer ministro le respondió que no era un ciervo sino un caballo. El Emperador se quedó perplejo e insistió, es un ciervo. Entonces el primer ministro, desafió al Emperador y dijo: si no me cree, pregunte a sus ministros...La mitad de los ministros dijeron que era un caballo...
Un día se presentó en la corte con un ciervo. El emperador sorprendido le preguntó qué hacía con un ciervo. A lo que su primer ministro le respondió que no era un ciervo sino un caballo. El Emperador se quedó perplejo e insistió, es un ciervo. Entonces el primer ministro, desafió al Emperador y dijo: si no me cree, pregunte a sus ministros...La mitad de los ministros dijeron que era un caballo...
Es una cuestión a medio camino entre el miedo a atraverse a pensar, la falta de pensamiento crítico y la Fe del Carbonero y el no querer quedar mal con tu grupo, lo que se conoce como efecto de arrastre o Efecto Bandwagon que no deja de ser un sesgo cognitivo muy extendido...
Como nota curiosa en la escritura ideográfica china mandarín señalar un ciervo y decir que es un caballo se escribe así: 指鹿为马.
No hay comentarios:
Publicar un comentario