Aunque todo lo contrario, en el trataba de razonar y convencer que después de la carnicería de la Primera Guerra Mundial, que para recuperarse de las atrocidades era necesario pensar con altura de miras, quedar por encima de las consecuencias de la refriega, incluso olvidar los odios --¿perdonar?-- no en vano el título que también pensó para esa recopilación de textos fue el de «Au-dessus de la haine», es decir, por encima del odio.
La frase ha quedado para referirse al papel arbitral que ciertos cargos deben de desempeñar situándose por encima del conflicto y sus refriegas para superarlo, sin tener en cuenta las rencillas y maldades cometidas en el fragor de la batalla; en superarlas para conseguir la paz.
Por cierto, yo siempre había entendido una melé como un término de rugby en el cual se disponían enfrentados los dos equipos para disputar la pelota. Lo que me lleva a recordar que el rugby --como la vida misma-- es un juego de bellacos jugado por caballeros.
Y ya sabemos que los caballeros son aquellos que han de saber situarse por encima de las circunstancias --y especialmente si son adversas-- porque su nobleza les obliga imperativamente a hacer a aquello que deben aunque vaya contra sus propios intereses.
Pero claro, cada vez más la gente es incapaz de hacer ese ejercicio de abstracción y sigue embarrada en la refriega mezquina y mundana.